Mariano Ignacio Prado, el presidente que desertó del Perú el día de su cumpleaños.- La traición del capitalista original del oligárquico Imperio Prado
“El viaje del general Prado no significa más que una vergonzosa deserción.”
El Comercio, Lima, 19 de diciembre de 1879 (1)
El jueves 18 de diciembre de 1879, alrededor de las 4 de la tarde, el presidente en ejercicio del Perú, Mariano Ignacio Prado, abandonó el país con rumbo a Panamá. Desertó de sus funciones tras ocho meses de fracasos en la guerra con Chile y en medio del correspondiente descontento popular. Fugó en el vapor-correo Paita, de la compañía inglesa Pacific Steam Navigation Company, cuya partida hizo demorar de las 10 de la mañana a las 4 de la tarde con el fin de posibilitar su embarque. (2) Prado huyó del país el día que cumplía 53 años de edad.
Mariano Ignacio Prado partió del Perú sin aviso previo y sin levantar sospecha que fugaría. Así lo informó el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en el Perú, Isaac P. Christiancy en comunicación al Secretario de Estado de los Estados Unidos, William M. Evarts. Durante la mañana y el mediodía del día 18 de diciembre, el presidente despachó como de costumbre en el Palacio de Gobierno, recibiendo el saludo de cumpleaños de funcionarios civiles y militares. A las 3:05 de la tarde abordó en la Estación de Desamparados el tren al Callao, en compañía del presidente del Consejo de Ministros y ministro de Guerra Manuel de La Cotera y Adolfo Quiroga, ministro de Justicia e Instrucción. Cuando llegó al Callao, la gente que lo vio creyó que había venido para inspeccionar el cuartel y fortificación del puerto.
Carta del embajador de EE.UU., Isaac P. Christiancy, al Secretario de Estado Evarts informando sobre la deserción del presidente Prado. Christiancy remarca que la resolución del Congreso utilizada por Prado para su viaje lo autorizaba a comandar los ejércitos peruanos en los países al sur del Perú (Bolivia y Chile). La misiva está fechada 23 de diciembre de 1879 (3).
Despedida del desertor
Al escapar del país en guerra del cual era presidente, Mariano Ignacio Prado dirigió la siguiente proclama (2). El documento circuló en Lima la noche de su abandono de funciones, es decir el 18 de diciembre de 1879:
El Presidente Constitucional de la República a la Nación y al Ejército:
Conciudadanos: Los grandes intereses exigen que hoy parta para el extranjero, separándome temporalmente de vosotros en los momentos en que consideraciones de otro orden me aconsejaban permanecer a vuestro lado.
Muy grandes y muy poderosos son, en efecto, los motivos que me inducen a tomar esta resolución. Los motivos que me deciden son en efecto muy grandes y muy poderosos.
Respetadla, que algún derecho tiene para exigirlo así el hombre que, como yo, sirve al país con buena voluntad y completa abnegación.
Soldados: Si nuestras armas sufrieron parciales desastres en los primeros días de noviembre, el 27 del mismo se cubrieron de gloria en la provincia de Tarapacá. Seguro estoy de que en cualquiera circunstancia imitaréis el ejemplo de vuestros hermanos del Sur.
Peruanos: S. E. el primer vicepresidente de la república queda encargado del poder ejecutivo conforme a la ley. Os recomiendo prestéis a sus actos toda vuestra cooperación.
Al despedirme os dejo la seguridad de que estaré oportunamente en medio de vosotros.
Tened fe en vuestro conciudadano y amigo.
Mariano Ignacio Prado
Lima, diciembre 18 de 1879
El encargo de la presidencia
Junto con la anterior proclama, Prado hizo circular un decreto en el que encargó la presidencia del país al vicepresidente general Luis La Puerta, un hombre de 68 años de edad y que era voz populi que se encontraba enfermo. El decreto fue el siguiente:
Decreto redactado por el propio Prado encargando el ejercicio de la presidencia de la república al vicepresidente, general La Puerta. Nótese en el documento la firma de Manuel González de la Cotera (Presidente del Consejo y Ministro de Guerra). También suscribieron el instrumento legal los ministros Buenaventura Elguera (Gobierno), Adolfo Quiroga (Justicia e Instrucción) y José María Químper (Hacienda). La inclusión de este último implica que el viaje de Prado originó erogaciones al Fisco Peruano.
El pretexto de la fuga
Prado intentó justificar su salida del país en la supuesta necesidad de efectuar personalmente en Estados Unidos y Europa las gestiones para la compra de armamentos y la adquisición de una escuadra. Así lo confirmó en su Manifiesto el ministro de Hacienda de Prado, don José María Químper (4).
La supuesta licencia del Congreso para el viaje de Prado
Mariano Prado defendió la viabilidad legal de su viaje acudiendo a la resolución del Congreso del 9 de mayo de 1879, en la que se le concedió “licencia al Presidente de la República para que, si lo juzga necesario, pueda mandar personalmente la fuerza armada y salir del territorio nacional”.
Dicha resolución fue adoptada en mayo de 1879 –a un mes y cuatro días de iniciada la guerra– cuando Prado y los parlamentarios suponían que bajo su mando directo –in situ– las fuerzas armadas del Perú realizarían un avance arrollador sobre el enemigo. Como Director de la Guerra, el héroe del 2 de mayo, Mariano Ignacio Prado, tendría que ingresar a los territorios de Bolivia y Chile, persiguiendo al enemigo en fuga. Es con ese fin exclusivo –comandar las fuerzas peruanas en el exterior– que el Congreso aprobó la salida de Prado del territorio nacional. Nótese, además, que la redacción del documento usa la expresión "salir del territorio nacional" y no la frase "viaje al exterior".
Por las anteriores consideraciones es que puede afirmarse que el viaje de Prado asumió el carácter de deserción. Prado recibió autorización del Congreso para “mandar personalmente la fuerza armada y salir del territorio nacional”. No recibió autorización para “salir del territorio nacional con el fin de comprar armamentos”.
Al fugar del país, Mariano Prado violó el artículo 95 de la Constitución Política del 10 de noviembre de 1860, que prescribía que el Presidente no podía salir del territorio de la República durante el periodo de su mando sin permiso del Congreso. El propio lector puede analizar la resolución del 9 de mayo de 1879 que se muestra a continuación:
Falsedad de la justificación de Prado
Resulta extraño que muchos peruanos hayan aceptado sin cuestionarla la excusa de la supuesta adquisición de armamentos usada por Mariano Ignacio Prado para fugarse del país. Como demostraremos a continuación, el argumento esgrimido por Prado no soporta el análisis más elemental.
En primer término, y por más servil a Prado que hubiera sido el Congreso de 1879, este organismo no podría haber aprobado una licencia para el viaje al extranjero del presidente con el fin de comprar armamento, estando el Perú envuelto en una difícil guerra. No era apropiado ni indispensable que el primer mandatario abandonase el territorio nacional. Por más desorganizado que hubiese estado el país, el Perú de 1879 contaba con personal diplomático, funcionarios civiles y militares, e inclusive empresas privadas que estaban responsabilizadas de sus adquisiciones bélicas, incluyendo las compras de urgencia.
En Estados Unidos, la principal empresa compradora de armas para el Perú fue la Casa Grace. En 1876, el presidente Prado nombró a W. R. Grace & Co. como agente oficial del Gobierno Peruano en San Francisco y Nueva York (5). Se estima que entre mayo de 1879 y agosto de 1880, la Casa Grace adquirió armamento y material de guerra para el Perú por un importe mínimo de US$3,200,000. Entre el equipamiento adquirido se encontraban los famosos torpedos Lay, los lanzadores Herreschoff, fusiles y municiones (6). Por su lado, como enviado del gobierno, el capitán de navío Luis Germán Astete adelantó las gestiones para la adquisición de un blindado en Nueva York. Sin embargo, no obtuvo el financiamiento necesario (7).
En Panamá, el agente oficial del Perú fue Federico Larrañaga quien contó con el apoyo de B. Mozley, superintendente del puerto de Panamá y hombre al servicio de la Grace. Furth & Campbell, firma con sede en Panamá, también al servicio de Grace, era la autorizada para transportar los envíos. José Carlos Tracy, encargado de negocios del Gobierno en Washington y hombre de confianza de Prado, estaba al tanto de todos las adquisiciones clandestinas de armas efectuadas en los Estados Unidos para el Perú. En Londres, el agente financiero del Gobierno al cuidado de las adquisiciones fue José Canevaro; en Italia, el ministro Luciano Benjamín Cisneros(8).
En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que Estados Unidos y los países europeos –a los cuales supuestamente se dirigía Prado– tenían la obligación de honrar su status de naciones neutrales en el conflicto entre Perú y Chile. Ello implicaba que ni Estados Unidos ni las potencias europeas deberían efectuar venta de armas, municiones, pertrechos o naves militares a ninguna de las naciones en litigio.
Para efectuar las compras de armamento para el Perú, la astuta Casa Grace procedía en Estados Unidos de manera disimulada. Por ejemplo, una remisión de mil fusiles al Perú fue descrita por Grace en el conocimiento de embarque y factura comercial como “maquinaria agrícola”; otro envío de un bote de difícil detección nocturna, para uso de la marina peruana, apareció en los documentos de embarque como si el comprador fuera una compañía propiedad de la propia Grace, empresa satélite que se dedicaba a la explotación del guano de las islas (9). Muchas veces, los transportes de Furth & Campbell creyeron estar llevando al Perú maquinarias e insumos, sin percibir que el contenido real de la carga eran armamentos y municiones. Sin embargo, el superintendente Mozley en Panamá siempre supo el contenido de la carga en tránsito a nuestro país (10).
Si se considera la restricción vinculada a la neutralidad de las naciones fabricantes de armamentos, hubiera sido contraproducente para el país que la figura pública que era Mariano Ignacio Prado se presentase personalmente en los mercados proveedores con el fin de adquirir armamentos. Tan torpe acción hubiera puesto en evidencia que las naciones vendedoras de material bélico estaban en tratos con el Gobierno del Perú, violando el principio de neutralidad al que deberían adherirse.
William R. Grace destruye la coartada de Prado
Cuando Mariano Ignacio Prado llegó a Nueva York, uno de los antiguos “amigos” que acudió a recibirlo fue el negociante yanqui William R. Grace (11). En cartas de Grace fechadas en enero y febrero de 1880, este magnate –que construyó su fortuna sobre la base de negocios con los gobiernos peruanos– relató que Prado había llegado a la ciudad sin autoridad oficial y, lo que era peor, sin dinero para efectuar adquisición alguna. Textualmente, Grace escribió: “Al salir del Perú [Prado] no se llevó un gran fardo de dinero”. En esas condiciones, Mariano era inservible para cerrar nuevas transacciones con la Casa Grace. Por lo tanto, el siempre hábil William procedió a desviar a Prado hacia Europa, luego de tener con él “algunas cortesías” (12).
No está demás indicar que durante su estancia en el exterior –que duró hasta 1887– Mariano Ignacio Prado no efectuó ninguna adquisición de armamento militar para el Perú.
Mariano Ignacio Prado privado de la ciudadanía peruana y condenado a degradación militar pública
El 22 de mayo de 1880, el presidente-desertor Mariano Ignacio Prado fue privado de la ciudadanía peruana y condenado a degradación militar pública como consecuencia de su "ignominiosa conducta y vergonzosa deserción y fuga”. Firmaron el instrumento legal Nicolás de Piérola, Jefe Supremo de la República, y Miguel Iglesias, Secretario de Guerra.
La condena de la traición de Prado no sólo fue la confirmación de un extendido sentimiento de repudio a su fuga. Existe otro componente que acompaña el problema de la deserción pradista –el aprovechamiento personal del poder político– que fue percibido con claridad por la mayoría de observadores y formalizado por el ministro británico en Lima, Spencer St. John, en carta fechada el 22 de diciembre de 1879, dirigida al Marqués de Salisbury, Secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña.
Escribió el embajador: “El jueves 18 del presente el pueblo fue sorprendido al saber que el general Prado se había embarcado en el barco inglés de correo rumbo a los Estados Unidos… Su partida fue generalmente considerada como una huida vergonzosa... Siempre consideré que el general Prado no merecía en absoluto su cargo: en toda ocasión importante demostró una lamentable falta de coraje personal y es de destacar que el hombre conocido en el Perú como ‘el héroe del 2 de Mayo’, sea generalmente considerado como un cobarde consumado… La reputación financiera del general Prado va a la par con la de su coraje: todos los partidos lo acusan del peor sistema de expoliación” (13).
Es por la presencia de la corrupción señalada por Spencer St. John que puede calificarse como incompleto el decreto privando de la ciudadanía peruana a Mariano Ignacio Prado. Al Gobierno Peruano le faltó ordenar una investigación internacional sobre el enriquecimiento ilícito del fugitivo. La riqueza que amasó Mariano Ignacio Prado, vinculada en gran medida al uso del poder político en provecho personal en una época de corrupción generalizada, constituyó la acumulación originaria de capital de lo que sería conocido en el Perú como el Imperio Económico Prado, expresión por excelencia de la antigua oligarquía que dominó el país durante las dos terceras partes del siglo XX.
Adicionalmente, queda en pie una pregunta muy importante: ¿Cuáles fueron las verdaderas razones de la deserción del Perú de Mariano Ignacio Prado? Ambos temas serán tratados en los próximos posts.
Decreto privando de la ciudadanía peruana a Mariano Ignacio Prado. En él también se le condena a degradación militar pública “tan pronto como sea habido”.
Fuentes citadas
(1) Caivano, Thomas. 1904. Historia de la guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia. Iquique: Librería Italiana Baghetti Hermanos, p. 346.
(2) Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República del Perú. Lima: Editorial Universitaria, sexta edición corregida y aumentada, vol. 8, p. 173.
(3) Departamento de Estado de los EE.UU. 1880. Papers Relating to the Foreign Affairs of the United States. Washington: Government Printing Office, pp. 819-820.
(4) Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República del Perú. Lima: Editorial Universitaria, sexta edición corregida y aumentada, vol. 8, p. 178.
(5) de Secada, Alexander G. 1985. Arms, Guano, and Shipping: The W. R. Grace Interests in Peru, 1865-1885. In “The Business History Review”, Vol. 59, No. 4 (Invierno), Business in Latin America, pp. 610-611.
(6) de Secada, Alexander G. 1985. Arms, Guano, and Shipping: The W. R. Grace Interests in Peru, 1865-1885. In “The Business History Review”, Vol. 59, No. 4 (Invierno), Business in Latin America, pp. 612-613.
(7) Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República del Perú. Lima: Editorial Universitaria, sexta edición corregida y aumentada, vol. 8, pp. 67-70.
(8) de Secada, Alexander G. 1985. Arms, Guano, and Shipping: The W. R. Grace Interests in Peru, 1865-1885. In “The Business History Review”, Vol. 59, No. 4 (Invierno), Business in Latin America, p. 611.
(9) James, Marquis. 1993. Merchant Adventurer. The Story of W. R. Grace. Wilmington: SR Books, pp. 129 y 132.
(10) de Secada, Alexander G. 1985. Arms, Guano, and Shipping: The W. R. Grace Interests in Peru, 1865-1885. In “The Business History Review”, Vol. 59, No. 4 (Invierno), Business in Latin America, p. 611.
(11) Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República del Perú. Lima: Editorial Universitaria, sexta edición corregida y aumentada, vol. 8, p. 174.
(12) James, Marquis. 1993. Merchant Adventurer. The Story of W. R. Grace. Wilmington: SR Books, p. 135. Las cartas son de W. R. Grace & Co. a Grace Brothers & Co. (26 de enero de 1880) y de W. R. Grace al capitán de navío de la Armada Peruana Luis Germán Astete (28 de febrero de 1880).
(13) Bonilla Heraclio. 1980. Un siglo a la deriva: Ensayos sobre el Perú, Bolivia y la huerra. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, pp. 188-189.
FUENTE http://cavb.blogspot.com/
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