Por:
Carlos Chávez Montoya
Enviado el 03/10/2012
Los periódicos constituyen una valiosa fuente de información que es imprescindible en el oficio del historiador. Su potencial explicativo nos aproxima a contextos y coyunturas que no podemos presenciar personalmente, pero sí mediante su lectura. El presente artículo, presenta una breve sinopsis de la actividad periodística del siglo XIX en la región Ayacucho y sus características más significativas en la elaboración de un imaginario nacional.
En octubre de 1823, comenzó a circular por las calles de Ayacucho el periódico La Aurora Austral en una edición de 4 páginas. Inicialmente fue editado en Lima. Reseñaba el Tedeum realizado en la Catedral en honor al Intendente Gabriel Herboso y la retirada de las tropas de Santa Cruz hacia el sur.
En 1827 se instaló en Huamanga la primera imprenta de propiedad de don Alonso Cárdenas. Desde entonces, se intensificó la actividad llegando a circular gran cantidad de periódicos con periodicidad semanal, quincenal o mensual. Salieron a la luz El Indígena en 1833 (10 años después de la publicación de La Aurora Austral), La Oliva de Ayacucho (1833), El Alambique Político (1834), El 9 de Diciembre (1835), El Ayacuchano (1835), El Victorioso (1835-1837), El Cadete en Jefe (1835) y durante el siguiente decenio, El Desmentidor (1842), La Estrella de Ayacucho (1842-1843), Ayacucho Libre (1843), El Restaurador de Ayacucho (1844-1845), El Franco (1845-1851) y La Alforja (1848-1852).
Es decir, hasta 1850 existieron en Ayacucho 14 periódicos con un total de más de medio millar de ejemplares publicados. Posteriormente, durante el gobierno de Castilla (1855-1862) aparecieron El Liberal (1856-1857, dirigido por Mariano Vergara e Ignacio Ágato Caso); El Centinela Católico (1856, periódico católico dirigido por Juan de la Cruz); El Ilustrado (1856); El Tiempo (1856-1857, dirigido por Pedro Galindo); El Registro Oficial (1856-1899, periódico oficial editado en múltiples imprentas que la alcanzó en sus 43 años de existencia la cifra de 2,200 números publicados); El Talismán (1857, editado por la Sociedad Constitucional Progresista); La Unión (1857-1858, dirigido por Esteban Palomino); La Concordia (1857, dirigido por José A. Romero); La Prensa de la Libertad (1860-1863); La Aurora del Porvenir (1857-1860); La Razón (1859); El Patriota de Ayacucho (1859-1860, dirigido por José A. Romero); El Imparcial (1860, dirigido también por José A. Romero); La Voz del Departamento (1860); El Eventual (1861); El Árbol de la Libertad (1861, dirigido por Angelino B. Carrillo y redactado por hacendados huamanguinos como Ángel Cavero, Blas Huget y Fermín Palomino); El Eco de la Sociedad del Orden (1861); La Estrella del Pueblo (1861-1862, dirigido por Angelino B. Carrillo); La Unión Liberal (1862); La Juventud (1862-1865, dirigido por Luis F. García de los Godos y por el médico cuzqueño Pedro Espinosa); El Mensajero (1863); La Bandera de Ayacucho (1863-1867, dirigido por Esteban Palomino y José A. Romero); La Voz de Ayacucho (1864, órgano de la Sociedad Patriótica); La Independencia (1865) y El Inca (1865-1869, dirigido por Luis F. García de los Godos)
El historiador Virgilio Galdo señala que “algunos periódicos que aparecen a partir del año 1833 asumen la defensa de los caudillos de turno”(1)., Así tenemos, por ejemplo, La Oliva de Ayacucho que fue una publicación adepta del líder cuzqueño Agustín Gamarra y sus posturas conservadoras y proteccionistas, mientras que El Victorioso estuvo a favor de Santa Cruz, de la Confederación Perú-Boliviana y del liberalismo; Ayacucho Libre y El Restaurador se solidarizaron con Vivanco y su proyecto conservador; El Filántropo apoyó el liberalismo de Domingo Elías. Mientras que El 9 de Diciembre estuvo a favor de Salaverry, y El Cadete en Jefe fue su enemigo acérrimo.
Además de noticias y notas relacionadas con los caudillos en pugna y con las ideas políticas, estas publicaciones contenían sugerencias sobre el desarrollo del país y de la región (especialmente al descubrirse las riquezas del guano y del salitre, a mediados del siglo XIX), noticias sobre la vida institucional y social de la ciudad, artículos referentes a las riquezas de Ayacucho, literatura y demandas locales frente al Estado como la atención del ornato público, el abastecimiento de agua para la ciudad y la refacción de casonas.
Por otro lado, la prensa regional decimonónica obró como productora de sentimientos de pertenencia a una comunidad desligada de la dominación extranjera, al destacar el carácter soberano de la república y al propalar ideas independistas contra el autoritarismo colonial. De igual forma, la revalorización de la batalla de Ayacucho fue un tema recurrente en los diarios locales. Los periodistas ayacuchanos del siglo XIX, que a la vez ejercían cargos políticos en la ciudad, se valían de la remembranza de tal magno suceso para reivindicar esta región y buscar un protagonismo político a escala nacional, al considerar que Ayacucho como escenario de la desarticulación del Perú y Latinoamérica de los fueros ibéricos, merecía especial atención por su relevancia adquirida.
En este escenario también se percibe la importancia de la libertad de imprenta, considerada como un don de la Independencia y nacida de la voluntad popular que se convirtió en un elemento canalizador para la opinión sobre la vida política nacional desde una óptica regional. Así, durante del siglo XIX, la producción periodística ayacuchana, buscó dar a este sector del país notoriedad, a través de su mejor tribuna de expresión, la prensa escrita.
Nota:
1) Virgilio Galdo. Ayacucho, conflictos y pobreza. Ayacucho, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, 1992, p. 206.
Artículo publicado en revista de análisis político RETABLO Nro. 47. Setiembre 2012. Ayacucho. Asociación SER